ARGENTINA PARA PENSAR

La argentina no tiene proyectos porque no los exigimos. La palabra política para los argentinos es sinónimo de corrupción.

¿Cuál es el objetivote un político argentino? Sin duda alguna ese objetivo es diferente dependiendo de la persona, pero uno de esos objetivos es llegar al poder. ¿Cómo llega al poder un político? Esta claro que la manera de cumplir su fin es consiguiendo apoyo, votos. Esos mismos votos que elección tras elección regalamos, esos votos insensatos que damos por ignorancia, lealtad a uno u otro partido, o por confiar realmente en esa persona que se presenta como un “salvador”. Los argentinos vamos a las urnas con los ojos tapados, no votamos proyectos, votamos caras.

Pensemos en las últimas elecciones. Todos los partidos que se presentaron para esa elección hicieron una campaña increíble basándose en un solo punto: el honestismo. Este término, que no es de mi invención, explica todo. Martín Caparrós redujo toda la escena política de la Argentina a una sola palabra: honestismo. Definió esa expresión como al “curro de la honestidad”, como la “resignación de no discutir lo que realmente importa”, lo definió como un método utilizado para escalar posiciones denunciando “prontuarios ajenos”. Voy a traer a la “arena de combate” a una política de renombre, la señora Elisa Carrió, o como la mayoría la conocemos “Lilita” Carrió. Desde sus comienzos escandalosos cuando prometía revelar la verdad a cerca de sus adversarios, cumplía rigurosamente con esta nueva “regla” de los políticos argentinos. Hablar de lo corruptos que eran los demás parecía ser la vía más segura para poder cumplir con su fin. Entonces nos perdieron el respeto, comenzaron a utilizar el honestismo para, de alguna manera, bloquear cualquier otro tipo de debate. Ya sea el déficit del sistema de salud, la crisis de la educación pública, el alto nivel de indigencia, la desocupación, etc. Aíslan de ese modo los temas más trascendentes para el país.

¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuando el honestismo? Eso mis queridos argentinos esta en sus manos, en las mías y en la de todos los que queremos un futuro mejor.

Los invito a reflexionar. De ahora en adelante pensemos, evaluemos a nuestros políticos, pidámosles respuestas, exijamos el respeto que nos merecemos como ciudadanos. Quitémonos esa venda que nos pusieron y miremos a la verdadera Argentina a los ojos, construyámosla con responsabilidad.