viernes, 9 de octubre de 2009

IMPUNIDAD Y DESCONCIERTO

El asesinato de Andrea Pajón: Sin responsables

“Una construcción de cemento no es sino un castillo de naipes, solo basta que llegue la ráfaga precisa”, dijo Thomas Bernhard. Frase que se adecúa y describe la tragedia de Andrea Pajón.

Cuando una mujer es asesinada y el caso no es esclarecido con eficacia y brevedad, entra en juego la teoría del marido asesino. Esta famosa hipótesis se repite en innumerables historiales judiciales. Cuando esto ocurre, los respectivos maridos pasan a convertirse además, en sospechosos sociales. Todos emiten su opinión, vecinos, amigos, familiares, personas que se enteran a través de los medios, la sociedad opina y las vidas privadas de las víctimas se convierten en públicas, despojan su intimidad, se tergiversa la verdad, y con eso, se pierde el respeto hacia ellas, imposibilitadas de defenderse, ya que les han quitado el derecho a la vida.

Andrea Pajón fue, como muchas otras mujeres, victima de un asesinato poco claro. Sus familiares señalan a Claudio Sartal, su marido en aquel entonces, y sostienen que el hombre miente descaradamente al negar que se encargó del crimen de su ex esposa.

Algunos no pueden explicarse como la pareja pudo haber pasado del amor al odio, al punto de llegar a un asesinato. Andrea era una maestra de 39 años y estaba casada con Sartal, con quien tuvo dos hijos, Leandro (21) y Alan (13).

Eran las 6.50 del 27 de agosto de 2008 y el barrio San Juan de Castelar Sur, comenzaba a despertarse. Alan, el hijo menor de la pareja, presenció el triste y violento desenlace, por encontrarse arriba del auto con su madre, los dos listos para partir hacia el colegio, lugar al que nunca pudieron llegar.

Dos hombres irrumpieron en la pacifica escena y en cuestión de segundos sujetaron a Andrea desde atrás, y dos tiros impactaron en su cabeza. Las dos personas se dieron a la fuga instantáneamente y no quedaron rastros de ellos.

Alan, testigo principal del hecho, al ver a su madre en un terrible estado, decidió correr hacia una sala de primeros auxilios. Allí, al ver la desesperación del chico, llamaron a la comisaria tercera de Morón. Llegaron los oficiales y llevaron a Andrea al Instituto Haedo, donde falleció a las treinta y seis horas del ataque.

Comenzaron las investigaciones y la búsqueda de pruebas. No encontraron huellas ni ningún tipo de evidencia directa, por lo que tuvieron que guiarse sólo por los testimonios. Si bien el más importante y el que denotaba más peso era el de Alan Sartal, fueron muchas las personas que brindaron sus palabras.

El proceso judicial comenzó sin pruebas y con pocos involucrados. Aunque con el paso del tiempo fueron apareciendo personajes muy importantes. Personas que nada tenían que ver entre sí, pero que de alguna manera se encontraban relacionadas con la causa. Surgieron novios de Andrea y Claudio, con versiones cruciales que cambiaron la dirección del caso, se descubrió que la pareja estaba en proceso de divorcio y la relación que mantenían no era la mejor. Si bien pasaron excelentes momentos en matrimonio, en el 2008 atravesaron diversos inconvenientes, incluso algunos se atrevieron a decir que él la golpeaba, insultaba y ella le temía por eso.

El juicio transcurrió entre testimonios verdaderos y falsos, idas y venidas. Incluso en medio del proceso apareció muerto el ex novio de Andrea, Fabián Durán. Nunca se supo qué fue lo que realmente ocurrió ni quién fue el responsable del homicidio.

El crimen de Andrea Pajón permanece impune, los asesinos están sueltos, perdura la sensación de impotencia. Los padres de Pajón se preguntarán por siempre quien les quitó a su hija, por qué razones, si fue asesinada por encargo, si fue un crimen pasional. Nada es claro, existen demasiadas versiones y, tristemente, no queda más que citar al popular dicho español, “Serás mía o de la tumba fría”.

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